jueves, 8 de noviembre de 2012

 




«El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos camino porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer».
(Ernesto Sábato)

OSTEOARTROSIS


La osteoartrosis, llamada también osteoartritis o simplemente artrosis es la pérdida progresiva del cartílago que cubre los extremos de los huesos en las articulaciones, interfiriendo con su funcionamiento normal al producir dolor y limitación para la movilidad. El cartílago reviste las articulaciones con su superficie lisa y congruente, lubrica con líquido sinovial y minimiza las fricciones. Al perderse la cubierta del cartílago, los huesos se rozan produciendo dolor.
Dado que la osteoartrosis es uno de los padecimientos que se presentan con mayor frecuencia en los adultos mayores, pues cuatro de cada cinco ancianos la padecerán en alguno de sus tipos.
La osteoartrosis se manifiesta primero con dolor en la articulación afectada, inicialmente leve y pasajero, pero que se va haciendo más intenso y constante al aumentar el desgaste.
El dolor se produce con el movimiento y se alivia con el reposo, por consecuencia, se presenta una progresiva limitación para la movilidad hasta generar rigidez y, en etapas avanzadas, pueden surgir verdaderas deformidades que ocasionen mayor limitación funcional. Puede aparecer además un grado de hinchazón aunque menos importante que la provocada por la artritis reumatoide y protuberancias en las articulaciones proximales (nódulos de Bouchard). La cojera (síntoma adicional) es producida por el dolor en cadera y rodilla, a veces por algún grado de acortamiento de la extremidad en la artrosis de cadera.
Cualquier articulación puede padecer artrosis, pero son más atacadas las que soportan el peso corporal (cadera y rodilla), siguiendo las de columna, manos y, con menor frecuencia, hombros y codos. Entre los factores que predisponen al desarrollo de la enfermedad  se encuentran, en primer  lugar, la edad avanzada, pues cuatro de cada cinco personas desarrollan un grado de artrosis después de los 65 años de vida. Las mujeres son un poco más propensas debido a influencias hormonales, también contribuye la obesidad, pues las cargas adicionales sobre caderas y rodilla erosionan tempranamente el cartílago. Igualmente, quienes practican este deporte de contacto fuerte se predisponen al desarrollo de lesiones que facilitan la aparición de osteoartrosis.
Otras actividades profesionales confieren una susceptibilidad especial como, la de bailarina de ballet, que esta propensa a sufrir artrosis del tobillo.
Algunas condiciones también contribuyen al desarrollo temprano de la enfermedad, como la luxación y displasia (defecto en la formación de la articulación) del desarrollo de la cadera cuando no son totalmente corregidas las alteraciones que conllevan y algunos defectos en el alineamiento de las rodillas.
Para diagnosticar la artrosis se toman en cuenta el dolor producido por movimiento y aliviado por el reposo, (distinguiéndolo del dolor constante provocado por enfermedades como la artritis reumatoide), la aparición de nódulos de heberden y de bouchard, la imagen radiográfica, la tomografía axial computarizada y la resonancia magnética.
El tratamiento de la artrosis dependerá de la articulación afectada, la edad del paciente, severidad  de los síntomas y del desgaste y condiciones asociadas. En casos leves, se puede usar medicación analgésica o antiinflamatoria, con precaución en los pacientes con historial de gastritis o úlcera de gástrica quienes pueden usar otras sustancias nuevas. Otras medidas son la restricción de la actividad, control de peso, usar un bastón en el lado contrario a la articulación afectada (cadera o rodilla)que le aliviara de un 30 a un 60%, terapia física, ejercicios en el agua, la artroscopía, la osteotomía y un reemplazo articular.
*Enrique Robledo Gutiérrez.
LA INTERVENCIÓN PROFESIONAL DEL TRABAJADOR SOCIAL EN LA PROBLEMÁTICA DE LA VEJEZ




(La siguiente información, que habla de los profesionales de Trabajo Social,  es igualmente de mucho valor para los estudiantes y profesionales en Gerontología)

Dice Alfredo Carballeda que «La palabra intervención proviene del término latino
‘intervenio’, que puede ser traducido como ‘venir entre’ o ‘interponerse’. De ahí que ‘intervención’ pueda ser sinónimo de mediación, intersección, ayuda o cooperación.» Agrega, además, que es «…un dispositivo que se entromete en un espacio, en tanto existe una demanda hacia ella. De ahí que la demanda sea el acto fundador de la intervención.» (Carballeda, Alfredo: La intervención en lo social. Paidós. Tramas Sociales. Bs. As. 2007 3ª. Reimpresión. Pág. 93
Por otra parte, Ángela María Quintero Velásquez manifiesta que: «el Trabajo Social es una intervención en el sentido que intervenir significa tomar parte de una acción con la intención de influenciarla. La intervención del trabajador social consiste en permitir a la persona/ sujeto desarrollar sus capacidades, ayudarlo a modificar su situación y finalmente ayudarlo a resolver sus problemas.» (Quintero Velásquez, Ángela María: El trabajo social familiar y el enfoque sistémico. Lumen Humánitas. Bs. As. 2004. Pág. 29)
Según lo expresa Sánchez Salgado (2005), la intervención es la acción de interceder del profesional con la intención de inducir cambios en alguna parte del sistema humano o del proceso social.
En el campo del Trabajo Social el propósito básico de la intervención profesional es mejorar el funcionamiento objetivo y subjetivo entre el individuo y su ambiente, es decir, el funcionamiento físico y social más visible y los sentimientos o estados afectivos. Por lo tanto, el trabajador social no pretende controlar al individuo sino entenderlo en toda su complejidad según interactúa con su ambiente.
El principio óptimo que debe dirigir la práctica gerontológica es la idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de ejecutar su potencial, de vivir una vida potencialmente satisfactoria y socialmente deseable. La relación entre la persona y el profesional se desarrolla en el proceso de dirigir y completar una tarea. La relación progresa mediante una comunicación efectiva entre la persona y el profesional. Una relación profesional debe contribuir a mejorar el funcionamiento del individuo.
El profesional que aspira servir de ayuda a otros debe tener un conocimiento de sí mismo, de sus fortalezas y debilidades personales que puedan impedir el trabajo efectivo con otros. Es importante que conozca sus percepciones y actitudes hacia los grupos y personas con quienes va a intervenir. No sólo debe estar alerta ante sus limitaciones sino también tener disposición para el cambio.
Continúa diciendo Sánchez Salgado (2005) que es importante que el profesional que trabaje con la persona anciana posea una información general con respecto a las características de esta población como un todo, y que esté alerta a la diversidad. No existen características que puedan ser aplicadas uniformemente a esta población, ya que poseen variedad de necesidades y problemas sociales. Las personas traen a su mayor edad un caudal de experiencias, condiciones de salud y actitudes, diversos patrones de comportamiento y estilos de vida y una gran variabilidad en niveles de funcionamiento físico y emocional.
Aunque la mayoría de las personas que sobrepasan los 60 años funcionan relativamente bien y llevan una vida activa, un número considerable de ellas experimentan problemas de índole social, emocional o económica que requieren de una intervención profesional. Por lo tanto, ésta es diferente con ancianos saludables que con ancianos frágiles y dependientes.
La intervención en este sector poblacional no debe estar focalizada hacia cambios en la personalidad del anciano, sino a ayudarlos a resolver problemas situacionales; el profesional debe mediar para hacerlos útiles tal como son, debe estar disponible para ofrecer consejería, dirección y apoyo.
La acción del profesional puede ir dirigida al individuo, su familia o su comunidad. La prioridad debe ser mantener a la persona anciana funcionando al máximo dentro de su comunidad, aumentando su propia estima, la confianza en sí misma, su autonomía y fortaleciendo la identidad individual.
En fin, el rol principal del profesional trabajador social debe ser ayudar al viejo, al anciano, al adulto mayor a mantener niveles óptimos de funcionamiento dentro de sus limitaciones.

Fuente: http://www.margen.org/suscri/margen57/guerrini57.pdf
Edición Nº 57 - marzo 2010
La vejez. Su abordaje desde el Trabajo Social
Por María Eugenia Guerrini
EL DIA DE MUERTOS EN MEXICO

México es un país con un rico pasado histórico, lleno de tradiciones prehispánicas. La geografía territorial propició en el pasado y sigue propiciando en el presente, una diversidad de costumbres que han marcado una acentuada diferencia y acaso la marginación entre los pueblos indígenas. Con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, el ritual prehispánico de recordar a los muertos, sufrió una transformación ya que operó un sincretismo al combinarse la tradición prehispánica con los rituales cristianos.   En el Estado de Hidalgo por el rumbo de la huasteca, se celebra la Fiesta de las Ánimas (Xantolo) y en otros lugares del país, son relevantes los festejos de Mixquic en el D. F., el de Janitzio en Michoacán, el de Oaxaca y el de Zacatecas. Aunque hay variantes en las manifestaciones regionales relacionadas con el Día de Muertos; en todos los lugares donde pervive esta tradición,  también hay una coincidencia en la forma de recordar a los muertos. No es una fecha luctuosa, no se trata de una conmemoración triste, apagada, sin brillo y sin color. Es por el contrario un festejo cuyo objetivo es recordar a quienes ya se fueron pero siguen  vivos en el recuerdo de familiares y amigos; es el día en que se espera la llegada de las almas que vienen de visita y como a cualquier convidado, se le prepara un recibimiento con respeto pero con alegría.
Varios elementos identifican esta fiesta: la visita a los cementerios, la ofrenda familiar con el papel picado, las flores de cempaxúchitl, el pan de muerto, las calaveras de dulce, el dulce de calabaza. También se acostumbra por estas fechas hacer versos satíricos,  llamados “calaveras” dedicados a familiares vivos, amigos, personajes famosos de la política, del medio artístico, etc.  Es en fin, una ocasión para festejar a los muertos pero también para echar a volar la imaginación y hacer gala de creatividad improvisando versos que se convierten en epitafios chuscos, oportunidad única para reír y burlarse de la muerte.
El 7 de noviembre del 2003, la UNESCO (United Nations, Educational, Scientific and Cultural Organization), Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, hizo un reconocimiento al festejo de Día de Muertos, declarándolo Obra Maestra del Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad; éste es también llamado patrimonio viviente y constituye la raíz de nuestra diversidad cultural. La Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial convocada por la UNESCO, celebrada en París el 17 de octubre del 2003, lo definió como
 “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”.
  

ACRÓSTICO SOBRE LA MUERTE
Para manifestar mi sentido de pertenencia al país y festejar este Día de Muertos, en lugar de una “calavera” -verso satírico-, tomo la opción de un acróstico -poema que usando las letras iniciales, medias o finales del verso, permite formar una palabra o frase, leyendo verticalmente o en otra dirección-.  Este acróstico presenta una mirada a la dualidad vida-muerte, a partir de las letras de nuestro reverenciado concepto ENVEJECIMIENTO ACTIVO.
En el jardín de la vida
Nunca se piensa en la muerte
Vivas  y odas, bienvenida
Estrellas iridiscentes
Júbilo y algarabía
Efluvios efervescentes.
Coronada por tinieblas
Inocente y sin clamores
Milita la muerte negra
Ignorada, sin honores.
En el jardín de la vida
Ni asomo de muerte existe
Tan sólo un recuerdo triste
Otrora visible herida.
Antaño y hogaño opuestos
Conviven la vida y muerte
Tan sólo es cuestión de tiempo
Inicio y final existen
Vida y color al comienzo, al fin
Obscuridad y silencio.