domingo, 11 de mayo de 2014



FRASE DEL MES 

“NO PUEDES ESTAR EN EL PRESENTE AÑORANDO EL PASADO. NI SIQUIERA PREGUNTÁNDONOS POR QUÉ .  LO QUE SUCEDIÓ, SUCEDIÓ, Y HAY QUE SOLTARLO, HAY QUE DESPRENDERSE” (Paulo Coelho)
Ejercicio físico durante el envejecimiento



El envejecimiento es una parte integral y natural de la vida. La forma en que envejecemos y la experiencia de este proceso, salud y habilidad funcional, no solo dependen de nuestra carga genética, sino también y más importante, de lo que hemos hecho durante la vida, cómo y dónde hemos vivido.
Conforme aumenta la edad, se incrementa la frecuencia de enfermedades crónicas degenerativas y aumentan las limitaciones en la funcionalidad física y mental. Si se modifica el estilo de vida con una alimentación adecuada y ejercicio físico, se evitarían muchos de los padecimientos de larga evolución y sus complicaciones con lo cual los adultos mayores continuarían siendo productivos, ya que harían extensivos sus conocimientos, experiencia y elementos de juicio a quienes lo rodean.
Hay evidencias que proponen que más de la mitad del declinamiento  de la capacidad física en los ancianos es debida a inactividad, aburrimiento y supuestas enfermedades. En la actualidad los profesionales de la salud, así como la población en general, están conscientes de que la actividad física es crucial para un envejecimiento exitoso.
Se define a la actividad física como cualquier movimiento corporal producido por el sistema musculo esquelético. Asimismo, el ejercicio físico es una modalidad de actividad física, de tipo específica, libre y voluntaria, con movimientos corporales planeados, estructurados y repetitivos, realizados para mejorar o mantener una o más cualidades biomotoras ( caminar, correr, saltar y nadar entre otras), para lo cual es indispensable cierta periodicidad, pero sin establecer competiciones.
Por otro lado, el deporte es la actividad física de competición, en la  que se valora intensamente la práctica del ejercicio físico bajo cierto orden y reglas de juego.
Las actividades como alimentarse, dormir, vestirse y desplazarse de un sitio a otro, así como las laborales y caseras no se les considera ejercicio físico, aunque implique consumo de energía, debido a que son indispensables para la vida o impuestas por la sociedad.
El propósito de este capítulo es presentar de manera accesible los conocimientos básicos sobre el ejercicio físico durante el envejecimiento,

·         Sofía Hernández Rodríguez de León. 
EL 23 DE ABRIL DEL 2014, LA ESCRITORA MEXICANA ELENA PONIATOWSKA RECIBIÓ EL PREMIO CERVANTES 2013 DE MANOS DE LOS REYES DE ESPAÑA




Suceso importante en el mundo de la cultura nos da pie para hacer diversas reflexiones: 
1. Llegar a cumplir 80 años y más, es ya de por sí un mérito personal, resultado NO de la suerte sino de  la calidad de vida que una persona se ha interesado en mantener. 
2. Elena Poniatowska se definió como “una Sancho Panza femenina” que recibe este premio y está orgullosa de caminar al lado de los desfavorecidos y de mujeres luchadoras. A lo que podemos comentar que esto NO es un hecho, sino una forma de  vida, congruente y fiel con sus ideales.
3. Recordó a las anteriores mujeres que recibieron el Premio Cervantes: María Zambrano (1904-1991), Dulce María Loynaz (1902-1997) y Ana María Matute (1925- ), “las tres Marías, zarandeadas por sus circunstancias, no tuvieron santo a quien encomendarse y sin embargo, hoy por hoy, son las tres mujeres de Cervantes”.                                     Mujeres destacadas, que  han tenido  el mérito de una vida productiva en las condiciones particulares (en ocasiones adversas) que les tocó vivir.
4. Recordó a Sor Juana Inés de la Cruz, quien “supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento, y por eso José Emilio Pacheco la definió: Sor Juana/ es la llama trémula/ en la en la noche de piedra del virreinato”.enla noche de piedra del virreinato”.noche de piedra noche de piedra del virreinato”.                                                Ejemplos hay a lo largo de nuestra historia y en nuestro presente; mujeres incógnitas, discretas, ignoradas, pero que aún sin reconocimiento público dejan huella de su paso por la vida y trascienden en la vida de otros
5. Remarcó que con este premio se suma a Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco, que lo han recibido, y que quisiera que lo tuvieran Rosario Castellanos, María Luisa Puga y José Revueltas, hoy curiosos por saber cuál sería su discurso.                                                                                                                             Para quienes no se han acercado a estos autores sugerimos de Carlos Fuentes (1928-2012): La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Aura, Tierra Nostra… De Sergio Pitol (1933-    ): Todo está en todas las cosas, De la realidad a la literatura, Trilogía de la memoria… De José Emilio Pacheco (1939-2014): La edad de las tinieblas, Las batallas en el desierto, Morirás lejos, Ciudad de la memoria… De Rosario Castellanos (1925-1974): Balún Canan, Rito de iniciación, Mujer que sabe latín, Poesía no eres tú… De María Luisa Puga (1944-2004): Nueve madrugadas y media, Los tenis acatarrados, Diario del dolor, Las razones del lago… De José Revueltas (1914-1976): El apando, Los motivos de Caín,  Los muros de agua, Ensayos sobre México…
6. Poniatowska tuvo presente a su madre, la llegada de la familia a México desde Francia en 1942, su asombro al escuchar por primera vez la palabra “gracias” y el gusto de pronunciar Xochiquetzatl, Nezahualcóyotl y Cuauhtémoc.                                                                                                    En ocasiones hace falta que nos recuerden el orgullo de nuestra cultura mexicana.
7. La literata se refirió a su marido Guillermo Haro, quien observaba por horas una jacaranda florecida y decía “cómo pasa la vida, cómo se viene la muerta callando”: “Esta certeza también la he hecho mía, mías las jacarandas que cada año cubren las aceras de México, con una alfombra morada que es la de la cuaresma, la muerte y la resurrección”.                                                                                                                     Cuantas cosas bellas y disfrutables hay a nuestro alrededor y que se suman a los grandes placeres de la vida sencilla.
8. “Espero volver, volver, volver y ese es el sentido que querido darle a mis 82 años. Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarlo a repartir, como un escudero femenino, premios a los jóvenes que como hoy, 23 de abril, lleguen a Alcalá de Henares”.                                                                                                          Dichosos los que creen en la vida después de esta vida, porque ya están disfrutando por adelantado realidades futuras.
El rey de España, Juan Carlos de Borbón dijo que la vida de la autora de “La noche de Tlatelolco”  “es un crisol de lenguas, tradiciones y culturas”, que tuvo al periodismo como ventana para conocer el mundo, y parte fundamental de su quehacer literario, y a la mujer como eje central de los temas que aborda.
 “Su instinto la lleva a relatar la vida de grandes mujeres que han hecho uso de su genio para reclamar y reconquistar un mejor espacio. Elena Poniatowska hace que las mujeres se elevan con voz propia y encuentren espacios que por justicia les corresponden”, dijo.
Por su parte, el ministro español de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, resaltó que Poniatowska “es testigo, relator y partícipe, en su escritura late siempre un impulso de fidelidad hacia sí misma, y hacia el México que eligió como territorio de su combate por la justicia”
Reflexión final:  Esto es un ejemplo de que el envejecimiento y la vejez no son sinónimos de decadencia, de incapacidad, de obsolescencia o de improductividad.  Veámoslo como riqueza acumulada, como acervo de tesoros a compartir.
¡FELICIDADES A  ELENA  PONIATOWSKA!
FUENTE: https://es-us.noticias.yahoo.com/recibe-mexicana-elena-poniatowska-premio-cervantes-2013-165654165.html
EL  TIEMPO  DEL  ENVEJECIMIENTO



A medida que transcurre el tiempo, el individuo va atravesando etapas (niñez, adolescencia, adultez) en forma tan sistemática y característica que un antropólogo puede determinar con bastante precisión la edad del esqueleto desprovisto de toda sustancia orgánica de una persona fallecida hace diez mil años. Este sujeto no sólo madura y envejece sino que es capaz de observar el envejecimiento propio y el ajeno, meditar y reaccionar frente a la muerte de sus semejantes y la propia. A lo largo de su vida va cambiando incluso esa forma de ver y meditar.
Los organismos tienen una complejísima maquinaria de relojería, que es responsable del ciclo de funciones tales como sístole-diástole, inspiración/expiración, sueño/vigilia, peristaltismo intestinal, menstruaciones, hibernaciones, etc. Sin embargo, esa maquinaria mide el tiempo pero no lo produce ni lo explica. Tampoco lo explica el hablar de "un tiempo que fluye", pues no es más que una metáfora cómoda que usamos para describir los procesos de la realidad, como cuando decimos: "Hay que darle tiempo al tiempo", "El tiempo es oro", "Fiera venganza la del tiempo / que muestra ver deshecho lo que uno amó". Pero el tiempo no fluye, ni recibe tiempo de regalo, ni se venga de nadie.
En el siglo IV de nuestra era, san Agustín declaraba que él sabía qué es el tiempo, salvo que alguien se lo preguntara y tuviera que explicarlo. Trece siglos más tarde, el místico polaco Angelus Silesius afirmaba: "Tú mismo haces el tiempo; tu reloj son tus sentidos." Se refería a que cuando uno ve llegar la noche, madurar los naranjos, crecer a sus hijos, morir a sus abuelos, entiende esos procesos en función del tiempo. Sin embargo, Silesius no dijo qué es el tiempo, ni cómo lo generan nuestros sentidos. Sospechamos entonces que también el llamado "sentido temporal" es una metáfora cómoda pues, a diferencia de otros sentidos, como el olfato y la visión, cuyas señales (moléculas odoríferas y fotones) y receptores (mucosa nasal y retina) conocemos, ignoramos cuáles son las señales y receptores del sentido temporal (Blanck-Cereijido y Cereijido, 1988; Cereijido, 1994).
La mente humana tiene al menos dos registros, uno consciente, mediante el cual razona, explica y discute, y otro inconsciente que atesora palabras, huellas y representaciones.
Los libros de una biblioteca pueden estar ordenados por autor, colección, tamaño, temática o alfabéticamente. Pero, así y todo, al consultarlos debemos leer las frases mediante cierta temporalidad. Podríamos decir que las sagas de César, Colón, Benito Juárez y Cortázar ya están inscritas ahí, coexistiendo atemporalmente, que el tiempo no rige para ellos, pero que ellos vuelven a re-presentar sus aventuras en el momento de leer las frases.
Análogamente, las huellas mnémicas consisten en inscripciones atemporales en la memoria, parte de la cual es inconsciente (la biblioteca entera) y por ello impera ahí la atemporalidad, pero al recordar, pensamos cada contenido temporalmente. Esto se aplica, por supuesto, a cada recuerdo, pero no excluye que podamos recordar primero nuestro examen de ingreso a la universidad y luego la fiesta del 10º cumpleaños; lo que sí importa es que tanto los hechos del examen como de la fiesta se recuerden de pasado a futuro, es decir, que respeten cierta temporalidad.
El niño pequeño da por sentado que él siempre ha sido y seguirá siendo un niño, y que su abuelo siempre ha sido y seguirá siendo su abuelo, a uno le tocó ser un chico y al otro un anciano, pues apenas adquiere un concepto claro de futuro cuando sale de la latencia. [Nota 23]Al llegar a la adolescencia, ya está inmerso en una concepción de la vida por venir. El adolescente emplea el concepto de futuro en términos lógicos. No hay otro momento en la vida como la adolescencia en el que el pasado parezca tan lejano y el sujeto esté tan pendiente del presente y del futuro.
El adulto que envejece se ve forzado a encarar la incertidumbre profesional y social, la variabilidad o desaparición de los afectos y la fragilidad de las relaciones con sus semejantes. En la vejez disminuye significativamente la capacidad física, se pierde el trabajo, la posición económica, mueren amigos y familiares, pérdidas que se viven con gran dramatismo; el tiempo subjetivo se acorta sensiblemente, sobre todo en los periodos largos como estaciones o años, hay conciencia de una mayor cercanía de la muerte.
La vejez satisfactoria depende de mantener un modo de amar y crear, de guardar cierta imagen de sí mismo, de ser capaz de gozar de la existencia a pesar de los sufrimientos que ocasionan las separaciones y los golpes al narcicismo: el sujeto se enfrenta con la ambivalencia entre el deseo de vivir y la tendencia a “desinvestir”, abandonarse y dejarse morir.
Hoy los ancianos ya no son considerados como los depositarios de la sabiduría y de la historia: en lugar de Consejos de Ancianos hay equipos de expertos ("Think Tanks") y la velocidad con que se producen los cambios tecnológicos, culturales y geográficos tiende a hacer a los ancianos a un lado. Pero si esta soledad ocasiona la retirada afectiva del anciano, puede configurarse una situación fatal.
La desinvestidura puede ocasionarles una profunda desorganización mental y somática. Si el anciano se aísla emotivamente y deja caer lo que fue valioso, los objetos internos y los proyectos amados que antaño le fueron significativos, se apagará su deseo de vivir. También es importante que retenga o establezca vínculos con objetos externos. En este sentido, Pierre Marty (1976) señaló: "Nunca se vio a una locomotora de vapor, con el carbón agotado, andar todavía cien kilómetros por haberse encontrado con otra máquina de vapor. En cambio, se han visto hombres agotados que andan todavía cien kilómetros más por haber encontrado un compañero o compañera".
Incluso en la vejez, para vivir bien, es necesario el amor, una cierta llama pasional. Por eso la sabiduría china señala: "Un hombre tiene la edad de la mujer que ama," frase que muestra dos cosas: el efecto del amor, y la asimetría cultural de los géneros.
El anciano puede aceptar varias limitaciones y mantener algunas investiduras para disponer de energía y orientarla en ciertas direcciones. Pero el autocuidado exclusivo o excesivo puede resultar mortífero. Cuidarse suprimiendo todo lo agradable (sexualidad, comida, bebida) tal vez baje el colesterol y los triglicéridos, pero también baja el entusiasmo por la vida.
Fuente: PSICOLOGIA  EL  ENVEJECIMIENTO.  http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/156/html/sec_8.html