Longevidad y proyecto de
vida
En
una oportunidad anterior -agosto de 2013- en la que partíamos de la idea de
crear conciencia sobre la longevidad, nos referíamos a las diversas acciones
que consideramos necesarias dentro de un marco social heterogéneo, para que el
trato a los mayores deje de ser discriminatorio. El énfasis en aquella ocasión se hacía en
todos los miembros de la sociedad en la que se encuentran inmersos los
adultos mayores.
Esta
vez, queremos destacar la importancia de que el propio adulto mayor, tome
conciencia de su condición, trate de verla con objetividad y revalore toda su experiencia de vida
-situación un tanto difícil porque se convierte en juez y parte-, pero no
imposible-. Esta también es una nueva
acción en la vida de los viejos que surge como una necesidad a causa de la
longevidad.
Antiguamente
el corto promedio de vida de las personas, les impedía hacer planes después de
los cuarenta, y mucho menos después de los sesenta. Con el incremento del promedio de vida, los
otros tantos años que siguen después de los sesenta o sesenta y cinco, hoy permiten
y hasta se podría decir que exigen a los mayores, un replanteamiento de los objetivos y metas
que según cada caso particular los pueda mantener ocupados por el resto de sus
días, en tanto las condiciones de su estado físico sean saludables.
El
asunto de la longevidad, derivado de acertadas políticas gubernamentales en
materia de salud, de logros en los
estudios científicos, de los aciertos médicos y de tantos cuidados prodigados a
la población en proceso de envejecimiento, ha resultado ser motivo de
preocupación en muchos sentidos para los gobiernos del mundo. Este grupo etáreo
en franco y acelerado incremento, amenaza la economía mundial al pronosticar que
en el mediano plazo puede llegar a ser insostenible el pago de pensiones por
ejemplo. En este aspecto y en otros más
los gobiernos del mundo deben tomar medidas que ayuden a resolver el problema
que se avecina.
A
nosotros como componentes del grupo etáreo, nos interesa esta vez proponer a
los adultos mayores de cuarenta y cinco años, la elaboración de un proyecto de
vida que ante todo los lleve a la reflexión de que hoy por hoy, la vida no
termina a los sesenta con la jubilación.
Que aunque nadie tiene la vida comprada, la expectativa basada en
estadísticas es que esta vida se prolongue en promedio veinte años después de
los sesenta y que por tanto, se hace necesario planificar y direccionar el
rumbo que inicia después de la jubilación.
Un
proyecto de vida es útil cuando se va a elegir profesión o carrera
universitaria, cuando se va a elegir pareja para casarse, cuando se va a
realizar un viaje corto o largo, cuando se va a cambiar de residencia, cuando
se va a cambiar nacionalidad, cuando se decide el número de hijos que se han de
procrear, cuando se va a realizar un divorcio, cuando se va a cambiar de
trabajo o actividad. El retiro laboral
implica que se va a dejar de trabajar y se va a cambiar de actividad. Para efectos prácticos es necesario
“ocuparse”, la ociosidad y el tedio
deterioran la salud. Mantenerse ocupado
e interesado en trabajar sostiene la ilusión por lo que se hace y permite
mantenerse comunicado con la sociedad, con el mundo. Si además se consigue una
actividad remunerada, se evita ser una carga para la familia y para la
sociedad.
En
resumen, un proyecto de vida no es privativo de las personas jóvenes. Un
proyecto de vida ayuda a mantener el interés por el cumplimiento de objetivos o
metas y se puede realizar siempre que sea necesario, esto es, cuando algún
cambio en el curso de nuestra vida, nos obligue a replantearnos una situación
diferente; el proyecto de vida se puede modificar, se puede adecuar, se puede
actualizar, es tan dinámico como la vida misma.
¿Cómo
realizar un proyecto de vida?
En
la red hay muchas sugerencias para la realización de un proyecto de vida, pero
hay puntos importantes que se deben considerar:
1) Definir qué se quiere lograr
2) Analizar fortalezas y debilidades
3) Marcar estrategias para lograr los
objetivos
4) Tomar acciones
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