lunes, 2 de junio de 2014



¿Por qué nos enfermamos?




He observado que hoy por hoy, tanto los hospitales públicos como los privados   se encuentran  atendiendo a una gran cantidad de personas, no sólo viejas, sino de todas las edades y a juzgar por las evidencias, paralelamente el consumo de medicamentos  semejan  golosinas a ser consumidas por niños  - valga la comparación-,  debido a la variedad de tamaños y colores,  si no fuera por los altos precios que alcanzan en el mercado.  Pareciera que la mayor parte de la sociedad  en estos tiempos estuviera enferma;  esto lo confirma el calendario de citas de los hospitales del sector salud que cada vez las programan  a mayor distancia y también  la frecuente escasez de medicamentos que  para poder ser entregados completos a los derechohabientes,  en el mejor de los casos sucede después de dos o tres vueltas a la farmacia y en el peor de los casos,  el empleado reduce la cantidad ordenada por el médico o niega  el medicamento que a resumidas cuentas debe ser comprado por el interesado;  éste ve lesionado con ello su de por sí sacrificada economía;  todos son igualmente afectados:  las personas en general  y los jubilados o pensionados  en particular.  Por otra parte, al menos dentro de los hospitales del sector salud, no hay médicos suficientes que atiendan la creciente demanda de enfermos y curen sus enfermedades. 
La percepción  mostrada en los renglones  anteriores, es desde luego una percepción personal, pero no está tan alejada de la que tienen muchos derechohabientes que se quejan de las mismas “aparentes deficiencias” de las que adolecen nuestras instituciones. Y hablo de “aparentes deficiencias” porque no estoy segura de que realmente lo sean.   Podría ser una “estrategia” del sistema: incumplir también por sistema, se convierte en la “normalidad” que más adelante comentaremos.
Pensando en que  esto  es a todas luces una carrera entre enfermos y enfermedades, médicos y medicamentos, me ocupé de pensar en otros enfoques que me convenzan de si en realidad somos o no una sociedad enferma,  y de principio encontré lo siguiente.
Hace unos meses,  tuve la oportunidad de escuchar por primera vez con toda atención e interés, una conferencia con el título de este encabezado; después la he escuchado otras veces más, y por ahora  destaco  algunas notas que pongo a la consideración de los lectores para su reflexión.
El expositor de la mencionada conferencia, Roberto A. Pérez,  diserta que,
 “Los conflictos en la conciencia son siempre el origen más profundo de las enfermedades que se manifiestan en el cuerpo.  La sabiduría milenaria de oriente nos comunica que  no hay enfermedades… hay personas que con su realidad atraen enfermedades.  ¿Será que es necesario revisar nuestra vida personal y los núcleos de conflictos no resueltos para prevenir alteraciones psico-físicas, que no son otra cosa que la manera en que el cuerpo nos habla?”
El expositor asume que las enfermedades  se originan por conflictos en la conciencia. Considerando que la realidad y los conflictos son individuales, entonces cada quien origina su propia enfermedad.  Para abundar en su dicho,  el expositor recurre entre otras cuestiones, a los aportes de culturas muy antiguas en la historia de la humanidad; cita el caso de Platón  (500 años a.C.) cuya concepción de lo humano por vez primera la concibe como un alma unida al cuerpo. También se sustenta en un tratado de medicina china (2,700 a.C.) en donde encuentra que “no hay enfermedades sino enfermos”.  Más reciente en el tiempo, comenta  respecto de Eick Fromm -el psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista alemán  (1900-1980)-, que la enfermedad ocurre por “querer lo que no es bueno para mí”.  Un  dato más del conferencista es la mención de una medicina humanista del doctor alemán Hamer  (1935) quien sostiene que toda enfermedad deriva del desamor y del desapego.
A partir de esos considerandos, deseo referirme en especial a las dos últimas referencias que contienen información sobre la que es necesaria una reflexión si realmente estamos interesados en comprobar que cada persona es causante de su propia enfermedad. Además el aporte del Doctor Hamer  resulta sumamente novedoso.
Erich Fromm, estudió a profundidad la influencia de la sociedad y la cultura en el individuo.   A  través de sus estudios y observaciones, encuentra que en nuestra sociedad moderna todos están preocupados por tener y no tanto por ser.  Esto significa que cada persona para sentirse importante se preocupa de tener variedad de objetos, hábitos,  sentimientos.  Lo que corrobora  incluso en el lenguaje con el que expresa su posesión: mis hijos, mi esposa, mi casa, tengo gusto, tengo coraje, tengo diabetes  –hasta la enfermedad es de su propiedad-.  Esta forma normal de comportamiento a la que Fromm llama “patología de la normalidad”  es una sutil enfermedad que consiste en creer que lo que la sociedad considera “normal” es lo “bueno” y lo “correcto” para cada uno de nosotros, por más que vaya en contra de nuestra verdadera naturaleza.  Así  se podría resumir ese,  “queremos aquello que no es bueno para nosotros”,  no es bueno porque nos hace olvidar nuestra “esencia” que es el ser y no el tener.  Desde esta perspectiva, si Fromm está en lo cierto, somos los causantes de nuestros males.
Por lo que se refiere al Doctor Ryke Geerd Hamer y su Nueva Medicina Germánica, él explica la causa, el desarrollo y la curación natural de las enfermedades con base en principios biológicos universales.  Asevera que las enfermedades no son el resultado de un mal funcionamiento o malignidad del organismo, sino Programas Especiales con Sentido Biológico creados para ayudar a un individuo durante un periodo de estrés emocional y psicológico.  A continuación incluyo de manera textual algo de su pensamiento al respecto y también incluyo el enlace (link) que permite acceder al texto completo sobre sus Cinco Leyes Biológicas que explican la causa, el desarrollo y la curación natural de las enfermedades.  Valdría la pena tomar el tiempo para leerlo y especialmente reflexionar sobre ello.
Todas las enfermedades tienen un significado biológico especial.  Mientras tendíamos a considerar a la Madre Naturaleza como falible y teníamos la audacia de creer que Ella comete errores constantemente y produce descomposturas (crecimientos cancerosos malignos, sin sentido, degenerativos, etc.) podemos ahora ver, mientras las vendas caen de nuestros ojos, que sólo eran nuestra ignorancia y orgullo la única estupidez en  nuestro cosmos.  Cegados trajimos frente a nosotros esta medicina sin sentido, falta de alma y brutal.  Llenos de asombro, podemos ahora entender por primera vez, que la naturaleza tiene un orden (eso ya lo sabíamos) y que cada cosa que ocurre en la naturaleza tiene un propósito en el marco del todo y que los eventos que llamábamos enfermedades no son alteraciones sin sentido que tienen que ser reparadas por aprendices de hechicero.  Podemos ver que nada carece de significado, nada es maligno ni está enfermo….”

Las palabras del Dr. Hamer son sin  lugar a dudas fuertes y no es de extrañar que sus categóricas aseveraciones sean muy discutibles y tenga detractores como ha sucedido a lo largo de la historia cuando una nueva forma de pensamiento  intenta introducirse en el mundo científico.  Lo mismo sucedió con el pensamiento de Galileo, Fromm y de otros muchos que han realizado investigaciones en  los campos científico, filosófico, artístico, etc., y han  aportado un punto de vista diferente a los ya conocidos.   Para los legos y especialmente para quienes dejamos atrás la juventud hace mucho tiempo y estamos transitando por el proceso de envejecimiento o definitivamente estamos anclados en la vejez,  es importante mantenernos informados y aplicar en nuestra vida personal, herramientas que nos permitan mantener un mejor estado físico y de salud.  Independiente del reconocimiento al trabajo o la reputación del Dr. Hamer, si su investigación es aceptada o no por la comunidad médica, podemos a partir de sus premisas, intentar acciones positivas en nuestra vida.  Sin auto medicarnos, sin descuidar tampoco nuestro tratamiento médico, podemos intentar un ejercicio de introspección y estar atentos a nuestros pensamientos y nuestras emociones,  lo cual nos evitará conflictos que puedan romper nuestro equilibrio orgánico mediante alteraciones psico-físicas; esto equivaldría a un examen de conciencia constante para poner al ego en su lugar y rectificar nuestro comportamiento en todo momento que sea necesario.  Si conseguimos logros benéficos para nuestra mejora física, podremos  colaborar quitando carga de trabajo a las instituciones de salud, al tiempo que reducimos el gasto por medicamentos  y ayudamos a la economía del país y quizás del mundo.  Si nuestra salud no mejora, el auto examen al menos nos dará tranquilidad.

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