¿Por qué nos enfermamos?
He observado que hoy por hoy,
tanto los hospitales públicos como los privados se encuentran atendiendo a una gran cantidad de personas,
no sólo viejas, sino de todas las edades y a juzgar por las evidencias,
paralelamente el consumo de medicamentos
semejan golosinas a ser
consumidas por niños - valga la
comparación-, debido a la variedad de
tamaños y colores, si no fuera por los
altos precios que alcanzan en el mercado.
Pareciera que la mayor parte de la sociedad en estos tiempos estuviera enferma; esto lo confirma el calendario de citas de
los hospitales del sector salud que cada vez las programan a mayor distancia y también la frecuente escasez de medicamentos que para poder ser entregados completos a los
derechohabientes, en el mejor de los
casos sucede después de dos o tres vueltas a la farmacia y en el peor de los
casos, el empleado reduce la cantidad
ordenada por el médico o niega el
medicamento que a resumidas cuentas debe ser comprado por el interesado; éste ve lesionado con ello su de por sí
sacrificada economía; todos son
igualmente afectados: las personas en
general y los jubilados o pensionados en particular. Por otra parte, al menos dentro de los
hospitales del sector salud, no hay médicos suficientes que atiendan la
creciente demanda de enfermos y curen sus enfermedades.
La percepción
mostrada en los renglones
anteriores, es desde luego una percepción personal, pero no está tan
alejada de la que tienen muchos derechohabientes que se quejan de las mismas
“aparentes deficiencias” de las que adolecen nuestras instituciones. Y hablo de
“aparentes deficiencias” porque no estoy segura de que realmente lo sean. Podría ser una “estrategia” del sistema: incumplir
también por sistema, se convierte en la “normalidad” que más adelante
comentaremos.
Pensando en que esto
es a todas luces una carrera entre enfermos y enfermedades, médicos y
medicamentos, me ocupé de pensar en otros enfoques que me convenzan de si en
realidad somos o no una sociedad enferma,
y de principio encontré lo siguiente.
Hace unos meses, tuve la oportunidad de escuchar por primera
vez con toda atención e interés, una conferencia con el título de este
encabezado; después la he escuchado otras veces más, y por ahora destaco
algunas notas que pongo a la consideración de los lectores para su
reflexión.
El expositor de la mencionada conferencia,
Roberto A. Pérez, diserta que,
“Los
conflictos en la conciencia son siempre el origen más profundo de las
enfermedades que se manifiestan en el cuerpo.
La sabiduría milenaria de oriente nos comunica que no hay enfermedades… hay personas que con su
realidad atraen enfermedades. ¿Será que
es necesario revisar nuestra vida personal y los núcleos de conflictos no
resueltos para prevenir alteraciones psico-físicas, que no son otra cosa que la
manera en que el cuerpo nos habla?”
El expositor asume que las enfermedades se originan por conflictos en la conciencia.
Considerando que la realidad y los conflictos son individuales, entonces cada
quien origina su propia enfermedad. Para
abundar en su dicho, el expositor
recurre entre otras cuestiones, a los aportes de culturas muy antiguas en la
historia de la humanidad; cita el caso de Platón (500 años a.C.) cuya concepción de lo humano
por vez primera la concibe como un alma unida al cuerpo. También se sustenta en
un tratado de medicina china (2,700 a.C.) en donde encuentra que “no hay
enfermedades sino enfermos”. Más
reciente en el tiempo, comenta respecto
de Eick Fromm -el psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista
alemán (1900-1980)-, que la enfermedad
ocurre por “querer lo que no es bueno para mí”.
Un dato más del conferencista es
la mención de una medicina humanista del doctor alemán Hamer (1935) quien sostiene que toda enfermedad deriva
del desamor y del desapego.
A partir de esos considerandos, deseo referirme
en especial a las dos últimas referencias que contienen información sobre la
que es necesaria una reflexión si realmente estamos interesados en comprobar
que cada persona es causante de su propia enfermedad. Además el aporte del
Doctor Hamer resulta sumamente novedoso.
Erich Fromm, estudió a profundidad la
influencia de la sociedad y la cultura en el individuo. A
través de sus estudios y observaciones, encuentra que en nuestra
sociedad moderna todos están preocupados por tener y no tanto por ser. Esto significa que cada persona para sentirse
importante se preocupa de tener variedad de objetos, hábitos, sentimientos.
Lo que corrobora incluso en el
lenguaje con el que expresa su posesión: mis hijos, mi esposa, mi casa, tengo
gusto, tengo coraje, tengo diabetes
–hasta la enfermedad es de su propiedad-. Esta forma normal de comportamiento a la que Fromm
llama “patología de la normalidad” es
una sutil enfermedad que consiste en
creer que lo que la sociedad considera “normal” es lo “bueno” y lo “correcto”
para cada uno de nosotros, por más que vaya en contra de nuestra verdadera
naturaleza. Así se podría resumir ese, “queremos aquello que no es bueno para
nosotros”, no es bueno porque nos hace
olvidar nuestra “esencia” que es el ser y no el tener. Desde esta perspectiva, si Fromm está en lo
cierto, somos los causantes de nuestros males.
Por lo que se refiere al
Doctor Ryke Geerd Hamer
y su Nueva Medicina Germánica, él explica la causa, el desarrollo y la curación
natural de las enfermedades con base en principios biológicos universales. Asevera que las enfermedades no son el
resultado de un mal funcionamiento o malignidad del organismo, sino Programas
Especiales con Sentido Biológico creados para ayudar a un individuo durante un
periodo de estrés emocional y psicológico.
A continuación incluyo de manera textual algo de su pensamiento al
respecto y también incluyo el enlace (link) que permite acceder al texto
completo sobre sus Cinco Leyes Biológicas que explican la causa, el desarrollo
y la curación natural de las enfermedades.
Valdría la pena tomar el tiempo para leerlo y especialmente reflexionar
sobre ello.
“Todas las
enfermedades tienen un significado biológico especial. Mientras tendíamos a considerar a la Madre
Naturaleza como falible y teníamos la audacia de creer que Ella comete errores
constantemente y produce descomposturas (crecimientos cancerosos malignos, sin
sentido, degenerativos, etc.) podemos ahora ver, mientras las vendas caen de
nuestros ojos, que sólo eran nuestra ignorancia y orgullo la única estupidez
en nuestro cosmos. Cegados trajimos frente a nosotros esta
medicina sin sentido, falta de alma y brutal.
Llenos de asombro, podemos ahora entender por primera vez, que la
naturaleza tiene un orden (eso ya lo sabíamos) y que cada cosa que ocurre en la
naturaleza tiene un propósito en el marco del todo y que los eventos que
llamábamos enfermedades no son alteraciones sin sentido que tienen que ser
reparadas por aprendices de hechicero.
Podemos ver que nada carece de significado, nada es maligno ni está
enfermo….”
Las palabras del Dr. Hamer son
sin lugar a dudas fuertes y no es de
extrañar que sus categóricas aseveraciones sean muy discutibles y tenga
detractores como ha sucedido a lo largo de la historia cuando una nueva forma
de pensamiento intenta introducirse en
el mundo científico. Lo mismo sucedió
con el pensamiento de Galileo, Fromm y de otros muchos que han realizado
investigaciones en los campos
científico, filosófico, artístico, etc., y han
aportado un punto de vista diferente a los ya conocidos. Para los legos y especialmente para quienes
dejamos atrás la juventud hace mucho tiempo y estamos transitando por el
proceso de envejecimiento o definitivamente estamos anclados en la vejez, es importante mantenernos informados y
aplicar en nuestra vida personal, herramientas que nos permitan mantener un
mejor estado físico y de salud.
Independiente del reconocimiento al trabajo o la reputación del Dr.
Hamer, si su investigación es aceptada o no por la comunidad médica, podemos a
partir de sus premisas, intentar acciones positivas en nuestra vida. Sin auto medicarnos, sin descuidar tampoco
nuestro tratamiento médico, podemos intentar un ejercicio de introspección y estar
atentos a nuestros pensamientos y nuestras emociones, lo cual nos evitará conflictos que puedan
romper nuestro equilibrio orgánico mediante alteraciones psico-físicas; esto
equivaldría a un examen de conciencia constante para poner al ego en su lugar y
rectificar nuestro comportamiento en todo momento que sea necesario. Si conseguimos logros benéficos para nuestra
mejora física, podremos colaborar
quitando carga de trabajo a las instituciones de salud, al tiempo que reducimos
el gasto por medicamentos y ayudamos a
la economía del país y quizás del mundo.
Si nuestra salud no mejora, el auto examen al menos nos dará
tranquilidad.
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