domingo, 2 de octubre de 2011


LA  VEJEZ  EN  MÉXICO        
   
En México en la época prehispánica se reconoce la senectud o vejez y se le denominada “huehueyotl”, y a las personas que alcanzaban esta etapa o condición se les reconocía como “huehuetain” (reverenciado anciano) o “llamatzin” (reverenciada anciana). Así mismo, se apoyaba a los sobrevivientes de la guerra, a los que padecían enfermedades o a los que perdían en trabajo a quienes se les llamaba “ueutques” otorgándoles una pensión. Por otro lado, se reconocía a la longevidad máxima de 104 años como “ Huehueriliztli” (cumplimiento de la vejez).
De acuerdo con López-Austin (1996), también se distinguía entre quienes llegaban a la ancianidad en pleno uso de sus facultades mentales y los que se habían convertido en una carga social. “Los varones del primer grupo eran conocidos como dueños del fuego o “tleyo, mahuizyo” y se les consideraba como transmisores de valores y conocimientos familiares y del grupo, expresados mediante el papel de instructores. De las mujeres ancianas se resalta su papel positivo para la cohesión familiar, la dirección que ejercían sobre las mujeres de la casa por lo que respecta a su manejo y el de las labores manuales y su papel como símbolos del linaje.  En cambio, aquellos que tenían problemas físicos eran llamados “yehual ilama ocoliu’ y ye huel huehue ocoliuh”, respectivamente la ya y el ya tan anciano que se torció. Quienes perdían las facultades mentales eran llamados “oppa piltontli”, quien es niño por segunda vez.  A los viejos malvados se les caracterizaba como inútiles, incapaces de ser ejemplo de la vida recta y deteriorados en su intelecto.
Un concepto importante es el denominado “atadura de anos” que abarcaba los 52 anos, cuya tradición prehispánica establecía que quienes llegaban a la “atadura de años”, iniciaban el ciclo de la vejez, la cual podría prolongarse en casos excepcionales hasta los 104 años y recibían el nombre de “huehueriliztli” (cumplimiento de la vejez). El atado de manos se establecía cuando el nombre del día del calendario solar y el lunar volvían a coincidir cada 52 anos, por lo tanto, vivir 104 años implicaba haber recorrido dos veces ese lapso y de esta manera se reforzaba el tonalli, una de sus entidades anímicas.

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