miércoles, 3 de octubre de 2012

MEJORANDO NUESTRAS ACTITUDES


La actitud constructiva ante la vida es la disposición habitual de buscar siempre el aspecto favorable en las personas y las cosas, en lugar de considerarlas bajo un aspecto negativo.
El egoísmo destruye la capacidad creadora de la inteligencia. Cualesquiera que sean los méritos propios, la predisposición, la exagerada sensibilidad, la actitud negativa y particularmente el egoísmo son las causas más comunes de una vida anormal y descentrada.
Cuando nos domina el  egoísmo tenemos una falsa y exagerada estimación de nosotrsos mismos. Para vencer el egoísmo hay que imponer sacrificios, particularmente el sacrificio de combatir una costumbre rutinaria convertida en hábito vicioso. Sin embargo, no hay que escatimar ningún esfuerzo, por más arduo que parezca, cuando se trata de resolver el gravísimo problema del pesimismo y estancamiento.
Si después de hacer un examen propio detallado, nos damos cuenta que ordinariamente asumimos una actitud pesimista y negativa, el remedio inmediato será el cambiar esa actitud en positiva y optimista.
    Podemos hacer casi cualquier cosa. Podemos mejorar todo. Dentro de los razonable podemos inventar lo que sea necesario”
Un verdadero contraste encontramos entre el lema anterior y las expresiones pesimistas de los que claman: “ No puede ser. Ya para que. Costaría demasiado. Yo no podría. No sería práctico. Mi tiempo ya pasó.
“ El cuadro más artístico aún no ha sido pintado, la más grande obra teatral no ha sido escrita, el más grande poema está por hacerse,” decía Lincoln Steffens, periodista de fama universal.
Estos son los vastísimos horizontes que disipan la oscuridad de las limitaciones e impulsan a todos a lanzarse a la acción.
No importa que nuestra ocupación sea guiar un automóvil, vender en una tienda, administrar una casa, desempeñar labores de oficina,  y con mayor razón si estamos disfrutando de una jubilación; una vez que apliquemos a nuestras vidas el principio dinámico de una actitud constructiva nos trasformaremos en elementos eminentemente útiles dentro de nuestra propia esfera de acción. En suma, el contemplar nuestro ser, actividades y medio ambiente a través del espejo de un realismo constructivo, tendremos la iniciación de un verdadero mejoramiento.
A los 81 años de edad, Amos Alonso Stagg, famoso instructor de football, declaraba que se sentía demasiado vigoroso para retirarse de sus actividades.
Cuando somos jóvenes, tenemos la vana ilusión de imaginarnos que la vida es ilimitada. Lanzamos una mirada al futuro; pero carecemos de la visión adecuada para formular proyectos prácticos.Después al avanzar en edad muy pronto adquirimos el hábito de recordar con frecuencia el pasado mas  sólo para hacer recuerdos y no para aprovechar las sabias enseñanzas de la experiencia.
Se narra que un individuo cayó en cama gravemente enfermo y dirigiéndose a los amigos que le rodeaban tratando de consolarle, les dijo: “No me compadezcan ahora: yo morí desde hace veinte años”
Muchos pierden el equilibrio, el buen sentido y la presencia de ánimo a medida que los años avanzan. Solemos vivir en el pasado y deliberadamente queremos ignorar el presente y el futuro. A los sesenta, setenta u ochenta años, no debiéramos preocuparnos demasiado por la edad, sino por nuestra actitud mental.
Una persona dominada por una actitud negativa fácilmente se considera desligada de cualquier obligación, aduciéndo para ello la menor excusa. Se satisface con lisonjas pasajeras y aprovecha la menor oportunidad, o la busca deliberadamente, para vanagloriarse de sus npasados éxitos. No le llama la atención nada nuevo; por que el pasado lo tiene aprisionado, se convierte en un retrógrado, víctima de su propia despreocupación.
El que ve hacia atrás, solo para hacer recuerdos, denota poco amor por la vida; el que lo hace para derivar provecho de su experiencia, le queda mucho por vivir, sin importar la edad.
¿ Es esto, acaso lo que hacemos ?
L. J. R O S E N K R A N Z

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