Anécdota viejista en el
mes de los Adultos Mayores
En
una colaboración anterior titulada “Creando conciencia sobre la longevidad” se
habló acerca de la mejor forma de erradicar los prejuicios y estereotipos con
los que la sociedad en general observa y trata a las personas de la tercera
edad. Se mencionó entre otras cosas al doctor Robert Neil Butler, autor del término “viejismo” y se dejó apuntado
el interés de este personaje sobre el particular y cómo había definido el
concepto. En esa ocasión también se
mencionó que erradicar prejuicios y estereotipos, es una tarea gradual y de
conjunto en la que debemos participar de diferentes formas todos los estratos
sociales. También se dijo que este
espacio electrónico es en sí, una forma
de ocuparnos de los viejos intentando no sólo localizar y resumir datos útiles
a ellos y sus familias, sino crear conciencia en el lector sobre una
problemática en la que todos estamos inmersos.
Esta vez, un
poco de historia al respecto puede ilustrarnos sobre fechas y precisiones
semánticas que desde mi punto de vista, conducen a la discriminación. El Insen, Instituto Nacional de la Senectud,
se creó por decreto presidencial el 22 de agosto de 1979 afiliado a la entonces
Secretaría de Salubridad y Asistencia. En
1983, se festejó a los ancianos por primera vez en la ciudad de México; al
siguiente año también se unió al festejo la ciudad de Monterrey y desde 1998 se
conmemoró el 28 de agosto como el Día del Abuelo en todo el país. En el año
2002, el Instituto pasó a formar parte de la Secretaría de Desarrollo Social
con el nuevo nombre de Inaplen, Instituto Nacional de Adultos en Plenitud, ya
como organismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio. El 25 de junio del mismo año, se publicó en
el Diario Oficial de la Federación la Ley de los derechos de las personas
Adultas Mayores, siendo la fecha en que se retomó el término utilizado por la
ONU. Por esta razón el Inaplen cambió de
nombre una vez más y se denominó Inapam, Instituto Nacional de las personas
Adultas Mayores.
Cada una de
estas denominaciones que han sido oficiales: senectud, anciano, adulto en
plenitud, adulto mayor, no son sino circunloquios para denotar a un grupo de
personas que tienen una característica común: todos son mayores de sesenta años,
todos son sexagenarios y todos son viejos. Y las instituciones oficiales, buscando
una denominación adecuada a tal grupo etario, ha caído en la chabacanería de
asignarles una etiqueta que pretende no ser ofensiva, como si llegar a la edad
de sesenta o más fuera una afrenta a la sociedad. Tratando de ser objetivos en
la apreciación, recurrimos a nuestro idioma, porque sabemos que hay adjetivos
precisos para las distintas etapas de la vida de las personas y no es
inadecuado decirle a un niño, o a un adolescente, o a un joven, o a un adulto
que lo es. Entonces ¿por qué debería considerarse ofensivo decirle a un viejo
que lo es? En todo este rodeo de palabras se infiere una postura “viejista”,
prejuiciosa.
Un análisis
desde otro enfoque, es el siguiente.
Muchos viejos mayores de sesenta años, aún somos capaces y
autosuficientes en muchos sentidos; algunos trabajan, buscan ingresos
adicionales a su exigua pensión y siguen siendo productivos. Otros más se hacen cargo de familiares
necesitados o cuidan a sus nietos para ayudar a los hijos en la atención porque
las parejas modernas, generalmente trabajan y no lo pueden hacer. Algunos viejos
también aportan al presupuesto familiar realizando alguna actividad
independiente. Y en fin, muchos viejos mayores de sesenta años, acudimos a
comprar y consumimos en las tiendas departamentales, en los mercados, en la
actividad turística, etc. Aunque seamos viejos mayores de sesenta años, en
mayor o en menor medida aportamos dinero a la actividad económica del país a
través de lo que consumimos; aunque seamos viejos, seguimos consumiendo muchos
satisfactores de diferentes calidades y en variadas cantidades. Algunos, quizá los menos, hasta una pequeña o grande
cuenta en el banco tienen y también su dinero en las instituciones bancarias
sirve a la actividad financiera.
Este
preámbulo era necesario como sustento para lo que digo a continuación. Quien esto escribe, recientemente fue objeto
de discriminación -por motivo de la edad- en un centro comercial. Y justo en el
mes de agosto, en el que se hace gala de festejos y reconocimiento a los
adultos mayores; en el mes de los abuelos, aunque no todos los mayores tengan
la fortuna de serlo. Y esa es otra postura “viejista” y estereotipada, ya que en los asilos y casas de reposo a todos los
viejos por igual los llaman –eso sí, con mucho cariño- “abuelitos”.
Para entrar
en materia y hacer el relato de mi experiencia personal, les digo que habitualmente
cada semana acudo a la tienda Soriana cercana a mi domicilio y compro
especialmente frutas y verduras que me parecen de mejor calidad que en otros
centros comerciales. Por ser un cliente
habitual, tengo una “tarjeta de puntos” que se acumulan con cada compra y
posteriormente sirven como dinero para adquirir en la misma tienda, otros
productos. Dentro de este juego
comercial de las tiendas departamentales, en ocasiones también regalan unos
vales para cambiar por boletos de entrada a algunos centros de diversiones
infantiles. Por esa razón, no fue sorpresa para mí, cuando el día 15 de agosto al pagar en
caja, la cajera me dijo que por ser
“cliente frecuente” había yo sido elegida para que se me otorgara un premio en
efectivo equivalente al 5% de mi compra de ese día. Ignoro cuál es el procedimiento que siguen
para elegir al cliente con tanta rapidez, pero la cajera aún no me acababa de
anunciar el tan merecido premio, cuando ya estaba un jovencito al lado mío
explicándome que sólo tenía que acompañarlo al Soriban (el Banco de la tienda
Soriana), presentar mi credencial de elector y en menos de cinco minutos me
iban a regresar el 5% de mi compra en efectivo.
Solo que al entregar mi credencial de elector a la encargada y darse
cuenta de mi edad, se disculpó y dijo que los premios de ese tipo sólo se
entregaban hasta los sesenta y nueve años como máximo. Tanto ella como el
jovencito que me había acompañado al banco, estaban muy apenados y yo sólo les
dije que era un acto discriminatorio, porque el dinero de un joven vale lo
mismo que el dinero de un adulto mayor; si lo que premian es la asiduidad y el
consumo ¿qué le importa a la tienda la edad de los consumidores? Agregué, que ellos estaban realizando su trabajo, pero
las políticas de la tienda son a todas luces “viejistas”, discriminatorias.
Si esta
experiencia personal –aparentemente intrascendente-, la extrapolo a otros
escenarios como el propio entorno familiar, las instituciones de salud –que
pudieran ser los servicios prioritarios para los viejos-, al servicio de
transporte, los centros de diversión,
etc., ¿qué trato se puede esperar para los viejos mayores de sesenta años?
Volviendo a
las fechas que se mencionaron antes, 1979 cuando se creó el Insen en México, o
1983 cuando iniciaron los festejos y reconocimiento a los ancianos, o incluso el 2002 cuando se les asignó la
última denominación de Adultos Mayores, estamos hablando de que han
transcurrido treinta y cuatro años como máximo y once años como mínimo desde
que los viejos fueron objeto del discurso político gubernamental y aún el trato
igualitario –y no digo diferenciado- no se percibe en la realidad
cotidiana. Dentro de una sociedad que se
precie de ser democrática, plural e incluyente, no es aceptable ningún tipo de privilegio
pero tampoco de discriminación.
Si en su
inicio el Inapam tenía como objetivo “proteger, ayudar, atender y orientar a la
vejez mexicana y estudiar sus problemas para lograr las soluciones
adecuadas"; y más tarde el Inaplen se convirtió en “el órgano rector de
las políticas públicas de desarrollo social y humano para las personas adultas
mayores”, los objetivos de ambos no han permeado en toda la sociedad porque no
se concretan en comportamientos generalizados que así lo evidencien. El
realizar festejos para los viejos una vez al año -que dicho sea de paso, sirven la mayoría de
las veces para lucimiento político y los lugares privilegiados de tales
festejos no son exclusivos para los mayores- no cubre las necesidades prioritarias
de la mayoría; y no sirven de mucho si los 364 días restantes no se atiende con
dignidad a este grupo etario.
Reitero y
concluyo con las mismas palabras del mes anterior ¿cuál es la mejor forma de
erradicar los prejuicios y estereotipos con los que la sociedad en general
observa y trata a las personas de la tercera edad? Me parece que es una tarea gradual y de
conjunto en la que debemos participar todos los estratos sociales de diferentes
formas. Los estudiosos, estudiando la
situación y aportando información; los
científicos investigando y divulgando los hallazgos de sus investigaciones; los
médicos y el personal hospitalario atendiendo y procurando el trato
humanitario; las instituciones de salud
capacitando a su personal para que en la práctica ofrezca una atención de
excelencia; los familiares cuidando a
sus viejos con amor sin abandonarlos a su suerte en asilos y casas de reposo;
etc. etc. etc.
8 comentarios:
Es muy interesante esta retroalimentacion acerca de los Institutos que se dedican a los derechos y cuidados de los adultos mayores, y lo que bien es cierto, es que no existe un solo dia para celebrarles y reconocerles la gran enseñanza y ejemplo que nos han otorgado a lo largo de sus años, son personas a las que debemos mucho respeto, pues generacion tras generacion aprendemos algo nuevo, a tenerle un gran amor y respeto a la vida.
Fernando Ramírez Cuevas
Administración UAEH
fdo_rc_80@hotmail.com
La discriminación en ninguno de sus casos es aceptable, y es una pena que en nuestro país sea una realidad palpable. La discriminación a los viejos es una realidad que me indigna porque quien la realiza nunca se pone a pensar en un dicho que es una gran verdad ¨como te vez me ví y como me vez te verás¨, eso siempre y cuando si tenemos la dicha de llegar a esa edad.
Alejandra Angeles
Admon 2-2 UAEH
En la discriminación de la vejez observamos que no solo se excluye en la familia si no también en las políticas empresariales muchas veces reniegan de la discriminación a los ancianos más sin embargo en la práctica hacen todo lo contrario, este un tema que desgraciadamente se vive día a día en nuestra sociedad; desdé mi punto de vista creo es que es repulsivo la manera en que muchas veces se maltrata a los adultos mayores y nosotros como sociedad no nos ponemos a pensar que nosotros algún día también seremos viejos y nos trataran igual o peor de manera. Así que debemos hacer conciencia de que son personas tan valiosas como nosotros y por lo tanto se les debe tratar con respeto y admiración.
Nadia Abigail Olguin Morales
Administración 2-2 UAEH
muy deacuerdo con el tema tratado esta sociedad en la que vivimos es muy prejuiciosa por que llamar a una persona pasada de los 60 como viejo o abuelito como aquí se expone siguen siendo sol opersonas adultas y no veo por que las empresas consideran los 60 como el fin de la edad productiva si es bien sabido que algunas personas llegando o pasando a esa edad ya no tienen las misma capacidad ay otras que no y siguen igual o con mas ganas para desempeñarse en algo por lo cual se deveria de darles oportunidad de seguir siendo productivos.
En cierta forma existen muchos lugares discriminatorios ante los adultos mayores, por el solo creer que no son capaces de realizar una actividad bien o solo por no merecérsela creo que ante todo somos iguales por el simple hecho de existir, tanto un niño como un adulto mayor se merecen la misma cantidad de felicidad y aspectos afectivos en la vida.
Viviana Ugalde Sánchez administración 2.2
Es realmente una pena que seamos personas discriminadoras no nos ponemos a pensar en que gracias a ellos los adultos y jovenes de ora podemos ser un poco como ellos que en realidad es una virtud que ellos nos allan dejado tantas cosas, solo que como todo son personas que ya estan cansadas que no estan acostumbradas a este tipo de vida por esa razon nosotros nos avergonzamos de ellos y los discriminamos, creo que las personas tenemos que aser cnsiencia que para aser esto hay que fijarnos primero de como somos nosotros y segundo de no hacerlo realmente es muy desagradable ver como alguien discrimina a una persona y nos ase menos valiosos al hacer tal cosa creo que somos personas cultas que no tenemos porque hacer ese tipo de actitudes.
Maxi Amairany Trejo Cuenca
Administración 2 2 UAEH
este es un punto vittal que debe ser tratado en la sociedad ya que vivimos en una sociedad tan descriminativa por naturaleza que se la pasa ninguneando a nuetros adultos, haciendolos sentir menos y atentando con su salud emocional... pienso que es hora de poner mas atencion en esto
dezha bomaye abimael antonio
administracion 2 2 uaeh
En estos tiempos la discriminacion es muy comun y aun mas comun es que no se haga nada al verla, es bueno saber que algunas instituciones nos protegen de esto y nos defienden pero solo son contados los que se defienden los demas prefieren ser discriminados que tomar cartas en el asunto y mientras sigamos asi la sociedad no cambiara en un futuro.
Raul Alberto Linares Alegria
Administracion Grupo 2 Semestre 2
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