La vejez, como cualquier
otra de las etapas del ciclo vida, tiene
sus retos y motivaciones. Se puede
disfrutar o padecer; mas, el proceso de
envejecimiento debe proyectar actitud positiva; requiere motivación, constancia
y visión. Hagamos un ejercicio de Reflexión con y para quienes han entrado en la 4ª década
de la vida y, que estando en plenitud, evolucionan a la adultez mayor:
v Compromiso: Hágase indispensable siendo
un ser de soluciones y no de problemas.
v Trato: Trate a los demás como los seres
más importantes sobre la faz de la tierra, “sé con tu prójimo como lo eres
contigo mismo”
• Acción: El
triunfador y el perdedor tienen los mismos problemas, la diferencia está en que
el primero actúa para resolverlos y el segundo procura evitarlos.
• Actitud
mental: No pierda el tempo
lamentándose de los problemas, mejor resuélvalos; es preferible encender una vela
que maldecir las tinieblas.
• Superación:
Haga hoy su trabajo mejor que nunca, recuerde que siempre habrá una mejor forma
de hacer las cosas.
• Reto: Desafíe sus limitaciones y no se bloquee
pensando que no se puede lograr; sólo los audaces llegan a la cumbre.
• Constancia: Para obtener el éxito haga de cada hora de su
vida un triunfo, sumará al final de la jornada: un día de excelencia, así una
semana, un mes, un año, una vida de éxito. El éxito se alimenta de éxito.
• Motivación: Motívese diariamente. Inicie el día con una
sonrisa, es la prenda más bella que podemos lucir ante los demás, empaque sus
problemas en la bolsa y sonría, sonría, sonría.
• Trascendencia:
Usted es importante, condúzcase en todo lo
que haga como lo que es: un ser extraordinario. Que su vida no sea un fugaz
chispazo, sino una antorcha que alumbre por siempre.
v Recuerda…
La vejez, no es un problema,
sino una etapa de la vida y los seres humanos no perdemos nuestro valor como
tales aunque algunos seamos ancianos y estemos enfermos, ciegos, sordos, o
tengamos dificultades para caminar, porque la vida es una sola, y no se termina
con la juventud ni con la madurez, sino que culmina en una tercera edad que
haya sabido nutrirse de ambas.
«
EN LOS OJOS DEL JOVEN ARDE LA LLAMA, PERO EN LOS OJOS DEL ADULTO MAYOR BRILLA LA LUZ»
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