martes, 31 de julio de 2012

HIPERTENSION ARTERIAL SISTEMICA


La hipertensión arterial sistémica en los adultos mayores constituye un problema de salud pública, ya que se presenta en más del 50% de este grupo poblacional. Desafortunadamente, solo uno de cada tres hipertensos es diagnosticado a tiempo y los otros dos se enteran de su enfermedad cuando presentan alguna complicación en el corazón (infarto), en el cerebro (embolia cerebral) y en el riñón (insuficiencia renal). Por tal motivo, es fundamental establecer una campaña permanente para la detección oportuna y prevención de la hipertensión arterial.
La hipertensión arterial sistémica se refiere al aumento de la presión que ejerce la sangre sobre las arterias, debido a la rigidez que presentan estos vasos sanguíneos y la acumulación de placas de grasas (ateromas) en la pared interna de las arterias, lo cual provoca una disminución de sangre en órganos vitales como el corazón, el riñón y el cerebro. Esto se puede complicar cuando la presión  ejercida sobre los ateromas provoca que estos se separen de la pared arterial formando un émbolo, el cual puede ocluir los vasos sanguíneos del corazón o del cerebro provocando un infarto cardiaco o una embolia cerebral.
La presión arterial está conformada por una presión sistólica  y una diastólica. La presión sistólica es la cifra más alta, la cual se refiere a la presión que ejerce la sangre en el momento que el corazón se contrae (sístole cardiaca) para distribuir la sangre a todo el organismo y la diastólica, la cifra más baja, es la fuerza que ejerce la sangre en el momento que el corazón se relaja (diástole cardiaca).
La presión arterial se evalúa de manera indirecta a través de un baumanómetro y un estetoscopio, las cifras normales durante el envejecimiento son de 120 a 140 milímetros de mercurio (mm Hg) para la sistólica y de 70 a 90 mm Hg para la diastólica.
La presión arterial se reporta anotando las dos cifras separadas por una ( / ), se registra primero la sistólica y después la diastólica. Ejemplo PA 160/100 (presión arterial sistólica de 160 y diastólica de 100).
Al respecto, se ha señalado que los adultos mayores normalmente tienen una presión arterial más alta que los jóvenes, por lo que algunos médicos consideran como cifras normales de hasta 160 mm Hg para la sistólica y 95 mm Hg para la diastólica. No obstante se ha demostrado que una presión sanguínea menor de 140/90 mm Hg protege contra infartos al miocardio y embolias cerebrales.
Los signos y síntomas más frecuentes de la hipertensión arterial son dolor de cabeza, escuchar zumbidos, ver destellos de luces, hinchazón de piernas, sangrado de la nariz, aumento de la frecuencia cardiaca, percepción de los latidos del corazón, dificultad para respirar y dolor opresivo en el pecho durante algún esfuerzo. Es importante señalar que un alto porcentaje de personas no presenta ninguna molestia, de ahí que con frecuencia se le denomine a la hipertensión arterial, como el “asesino silencioso”. Por tal motivo, se les debe medir mensualmente la presión arterial a todos los adultos mayores independientemente de las molestias que tengan. No obstante, si aparece algún signo o síntoma se le debe evaluar las veces que sea necesario en cualquier momento.
Por otro lado, debemos aclarar que las cifras de la presión arterial son individualizadas, de ahí, la importancia de que todas las personas adultas mayores se midan la presión arterial cada mes para que conozcan cuál es su presión arterial normal. Por tal motivo, si una persona  normalmente  tiene una presión arterial de 110/70 mm Hg y se le incrementa a 140/90 mm Hg, aunque las cifras se encuentren dentro de los límites normales  debe ser diagnosticado como hipertenso e iniciar el tratamiento médico.
Los factores de riesgos para la hipertensión arterial son el sobrepeso, tabaquismo, alcoholismo, ingesta abundante de sal, dieta rica en grasas saturadas, escasa actividad física, rasgos de personalidad hostil, estilo de vida agitado con preocupaciones constantes y padecer diabetes mellitus
Las principales complicaciones de la hipertensión arterial son el infarto al miocardio, debido a una disminución en el aporte sanguíneo y oxigeno al tejido del corazón, provocando muerte del tejido cardiaco y alteración en el funcionamiento (disminución o alteración en la fuerza de contracción y arritmias).
La embolia cerebral se presenta por la oclusión de las arterias cerebrales por trombos, provocando enfermedad vascular cerebral, secuelas en el lenguaje y parálisis de alguna parte del cuerpo.
La medida más importante para la hipertensión arterial durante el envejecimiento es detectarla a tiempo, por lo que debe registrar su presión arterial mensualmente, independientemente que tenga o no sintomatología, además debe mantener un peso adecuado y disminuir el consumo de sal, eliminar el tabaquismo y el consumo de bebidas alcohólicas (excepto si acostumbra beber una copa de vino tinto al día durante la comida), no usar manteca de cerdo para guisar los alimentos, de ser posible prepararlos con aceite de oliva, realizar ejercicio (mínimo caminar 3 kilómetros al día), participar en grupos de auto ayuda con el fin de mitigar el estrés a través del intercambio de experiencias con sus compañeros ante la problemática familiar o social que vive, si es diabético, mantener un control estricto de su padecimiento. Por otro lado, a las personas que se les diagnostique hipertensión arterial, no deben olvidar que dicho padecimiento no se cura, solo se controla.
Algunas veces el ejercicio físico, la disminución de peso y las medidas dietéticas son suficientes para controlar la presión arterial, por lo que no requiere de la administración de medicamentos, aunque se debe continuar  con el mismo estilo de vida para que no aumente la presión arterial. Asimismo, si el médico le indica algún fármaco con el cual se ha controlado su presión arterial, no debe suspenderlo suponiendo que ya está curado, ya que si deja el medicamento reaparecerá la hipertensión arterial. Por tal motivo una persona hipertensa debe mantener un control médico toda la vida, aunque el tratamiento indicado le funcione de manera adecuada.
Además de las cifras de la presión arterial, el adulto mayor debe vigilar su perfil de lípidos (grasas) en sangre; la concentración sanguínea colesterol total debe estar entre 160 y 240 mg/dl; los niveles de lipoproteínas de alta densidad (HDL) o colesterol bueno deben ser mayores de 45 mg/dl; la concentración de lipoproteínas de baja densidad (LDL)o colesterol malo debe ser menor de 100 mg/dl y los triglicéridos deben ser menores de 200 mg/dl. La medición del perfil lipídico se debe llevar a cabo cada 6 meses en los hipertensos y cada año en los normo tensos (sin hipertensión arterial).
Una medida ampliamente indicada para evitar la formación de trombos es el consumo diario de acido acetil salicílico (aspirina) de 75 a 300 mg al día.  

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