HIDALGO
Para empezar el año, quiero referirme a dos acontecimientos que de suyo, en el mes de enero son importantes para los hidalguenses y uno de ellos, particularmente significativo para los adultos mayores.
El 15 de enero de 1869 se decretó la erección o creación del Estado de Hidalgo. El 16 de enero del mismo año el Presidente Juárez publicó el siguiente decreto de esa erección.
«Lic. Benito Pablo Juárez García, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes sabed: que el Congreso de la Unión ha tenido a bien expedir el decreto siguiente: Artículo Único. Queda definitivamente erigido en nuevo Estado de la Federación con el nombre de Hidalgo, la porción de territorio del antiguo estado de México, comprendida en los distritos de Actopan, Apan, Huejutla, Huichapan, Pachuca, Tula, Tulancingo, Ixmiquilpan, Zacualtipán y Zimapán que formaron el segundo distrito militar creado por el decreto del 15 de enero de 1869».
El tema es competencia del Derecho Administrativo ya que en la estructura de los gobiernos, se concretan las bases de regulación entre administradores y administrados que fueron establecidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1857. Este acontecimiento tiene relevancia analizado desde varios ángulos.
Un Estado de la Federación, desde el punto de vista político se considera un espacio de gobierno –componente del estado nacional- al que se le asignan facultades, atribuciones y competencia dentro de un espacio territorial. Desde el punto de vista jurídico, se le reconoce como integrante de una federación con autonomía en su régimen interior. Desde el punto de vista histórico, la entidad federativa es el resultado del proceso de integración de valores culturales, tradiciones y costumbres. Y todos los aspectos integralmente, son testimonio de la decisión de un pueblo de tomar acciones para efectuar la transición “del caos al orden”. Caos que había prevalecido desde la época colonial y que se estaba tratando de ordenar en aquel momento histórico.
Con una distancia de poco más de un centenar de años, el 25 de enero de 2010, la UAEH, dio inicio a la Licenciatura en Gerontología. Esta licenciatura aprobada por el Consejo Universitario, y con tres áreas de formación, pretende la formación de profesionales capacitados para atender las necesidades del adulto mayor. En su momento, José Luis Antón de la Concha, Director del Instituto de Ciencias de la Salud, manifestó que este nuevo programa académico respondía a la necesidad de contar con un profesional que transformara la realidad del adulto mayor; precisó además “que no concibamos al anciano como aquel que está relegado, enfermo, inactivo o pobre, sino que convierta al envejecimiento en actividad, en salud y de paso, cree una nueva imagen del anciano, que puede educarse y seguir trabajando”.
El hecho de que un programa académico sea conformado e incluido como una nueva licenciatura universitaria, resulta visionario y comprometido con las necesidades sociales que se refieren a una parte de la población que a todas luces está aumentando y con ella aumentan también una serie de enfermedades degenerativas, propias de esta etapa de vida, que requieren ser prevenidas, atendidas y/o dirigidas hacia un envejecimiento saludable y exitoso. Para eso se tienen que preparar estos universitarios.
La formación de este nuevo profesional sin duda propiciará un vínculo más estrecho con la población a la que pretende atender; sin embargo, él sólo con toda su sapiencia y su interés profesional, no puede transformar la realidad del adulto mayor. Ésa será una labor conjunta; cambiar una imagen decadente y con toda la carga de negatividad que lleva implícita, no se logra por decreto. Ante todo es una cuestión cultural en la que estará involucrada toda la sociedad y los primeros que tienen que estar convencidos de la bondad de esta transformación son los propios adultos mayores.
Desde la perspectiva del adulto mayor entonces, él también se tiene que preparar, tiene que aprender a medicarse, a alimentarse, a ejercitarse, en una palabra, tiene que aprender a vivir envejeciendo en las mejores condiciones que le permitan disfrutar la vida. Tiene que cambiar su propia visión del viejo y del envejecimiento a riesgo de que de no hacerlo, “en el pecado llevará la penitencia”. La longevidad nos alcanzó y si estamos destinados a vivir más años, ocupémonos en “vivirlos” y no en “padecerlos”.
Así que a partir de esta reflexión de inicio de año y en actitud solidaria con estos profesionales gerontólogos, iniciemos o continuemos el camino para mantenernos activos, trabajando, estudiando y saludables hasta donde sea posible. Feliz año 2013.
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