LOS VIEJOS Y LA TANATOLOGÍA
Mucho se podría pensar que los viejos son los que deben pensar y reflexionar sobre el momento del fin de su existencia en este mundo, pero si algo tenemos seguro, a todas las edades, es que nuestras vidas cerraran su ciclo más temprano o más tarde. Por lo tanto, desde que cada persona empieza a hacer conciencia de que las pérdidas dolorosas, de todo tipo, se van a ir sucediendo a lo largo de su existencia, deberíamos acercarnos a esta información valiosa.
La palabra Tanatología deriva del lenguaje griego: thanatos (muerte) y logos (definición o tratado) TRATADO DE LA MUERTE. La Tanatología aborda el fenómeno de la muerte desde los puntos de vista humanista, religioso y espiritual y nos acerca a comprender que significa morir.
La Dra. Elizabeth Kübler-Ross (pionera de la tanatología) se dio cuenta de los fenómenos psicológicos que acompañan a los enfermos en fase terminal durante el proceso de muerte, por lo que define a la Tanatología moderna como " una instancia de atención a los moribundos"
Toda perdida trae un duelo, el cual es un proceso de emociones y sentimientos que deben darse a sus debidos tiempos.
ETAPAS DESCRITAS POR LA DRA. E. KÜBLER ROSS QUE PUEDEN APLICARSE AL DUELO: Negación y aislamiento, Ira, Pacto, Depresión, Aceptación y Esperanza.
NUESTRAS COSTUMBRES Y NUESTRA CULTURA
Así como cuando aparecen en el cine las escenas de terror, un niño cierra fuertemente los ojos para no ver esa realidad que lo incomoda y prefiere erradicar de su experiencia lo muy temido o doloroso, muchos de nosotros – una gran mayoría, me atrevería a decir – aún cerramos los ojos ante la realidad del morir y optamos por jugar a ser inmortales. Así vivimos y con frecuencia así morimos: con los ojos cerrados, inconscientes ante la realidad de la muerte. Por esta razón, acercarse a su misterio, descorrer el velo de ignorancia que la rodea, es un desafío que incomoda, que perturba, que inquieta, pero es necesario afrontar.
La nuestra es una cultura negadora de la muerte. Por esto los velorios en casa ya casi no existen, y en cambio se prefieren las velaciones breves en una funeraria.
El luto tiende a desaparecer, y aquel recogimiento familiar que expresaba socialmente el duelo ha sido remplazado por una actitud “natural”, sin rituales de ninguna clase. El doliente pronto reanuda sus actividades normales, y entre menos señales de dolor manifieste, más admiración suscita. A cambio de la tristeza, nuestra sociedad enaltece la valentía y la entereza.
La muerte, mejor ni nombrarla. Preferimos las expresiones como: “Se fue”, “perdimos a…” “descanso’…” “se fue al cielo...”, “fue llamado por el Señor...”
A los niños los marginamos de las experiencias familiares de muerte y tristeza y les recomendamos compostura y control ante la tragedia. Desde que son pequeños tratamos de ocultarles el dolor, la enfermedad, la soledad y la muerte, y en cambio les enseñamos a exaltar como valores máximos la salud, la belleza, la juventud, la alegría y los triunfos.
Subestimamos así no solamente su capacidad para enfrentar el dolor, sino también el profundo valor que la tristeza y las pérdidas tienen en la vida emocional. Y es que saberse capaz de experimentar dolor, aceptarse y quererse en los malos momentos, abre una puerta a la esperanza, a la reparación, a la posibilidad que tenemos los humanos de reconstruirnos después de la catástrofe.
Aceptar nuestra condición de mortales y vivir de conformidad con ella implica, entonces, reconocer como inevitables estos momentos de la vida y admitir como propios también los sentimientos profundos de despojo, de pérdida. Es admitir la vulnerabilidad inherente al ser humano. Lo contrario sería recubrirse con una armadura emocional que imaginariamente nos hace inmunes al peligro y al dolor, pero que en realidad nos empobrece, quitándonos la posibilidad de sentir también lo bueno, lo reparador, lo que consuela, lo amoroso.
Entre más nos acercamos a la muerte, mayor debería ser el respeto y el compromiso con la vida. Pero tratar de excluir las experiencias dolorosas de nuestro panorama vital es imposible: equivaldría a tener días eternos, inacabables, sin el contraste y el valor que les da la noche, la oscuridad. Así como existen momentos propicios para amar, disfrutar, sentir regocijo, compartir, luchar, reír y gozar, también los hay para vivir el silencio, la tristeza, la soledad.
RESOLVER PENDIENTES
No podemos dejar asuntos pendientes o a la deriva, mucho menos dejar problemas a la familia, en el trabajo, con los amigos, respecto a nuestras pertenencias, el testamento. Todo esto nos da tranquilidad y prepara a una muerte digna.
EL RESENTIMIENTO
Resentir significa volver a sentir, traer al presente nuestro pasado, nutrirlo con odio y dolor.
COMO DEJAR EL RESENTIMIENTO
Hacer una lista de las personas con las que existe resentimiento. Identificar las razones del resentimiento.
Buscar en ese acontecimiento doloroso, el lado positivo, qué lección de vida me dejó.
Agradecer la situación que me incomodó, pero que permitió mi crecimiento.
Elaborar una lista de personas a las que puedo agradecerles por haber contribuido a crecer y a vivir de otra manera. (La gratitud es un medio eficaz para contrarrestar el resentimiento).
EL PERDÓN.- Es un acto volitivo y no un acto emocional, porque consiste en una decisión.
Perdonar en un acto radical de la voluntad. Elimina los sentimientos adversos provocados por la ofensa, cambiándolos por otros signos positivos.
Al perdonar, opto por cancelar la deuda moral que el otro ha contraído conmigo al ofenderme, y por lo tanto lo libero en cuanto a deudor.
PARA QUÉ PERDONAR: Para vivir en paz y morir en paz
¿A QUIEN DEBO PERDONAR?: A mí mismo. (Mis errores, daños, debilidades); a los demás. (Las heridas morales que otros me han causado); al ser Supremo en quien creamos. (Malos sentimientos hacia él, la pérdida de un ser querido, una traición u ofensa adjudicada a él); darles a todos el abrazo de la paz y la reconciliación aún cuando ya no estén a nuestro lado.
Y para disfrutar el tiempo presente: Vivir solo por hoy; ser feliz solo por hoy; ver lo bueno que se tiene, dejar carencias.
«QUE MI AYER SEA LA FUENTE DE MI APRENDIZAJE»
Próximo mes Etapas del Duelo
Bibliografía
• Sobre la muerte y los moribundos. Alivio del sufrimiento psicológico para los afectados. (Elisabeth Kübler-Ross, David Kessler)
• Sobre el duelo y el dolor. Cómo encontrar sentido al duelo a través de sus cinco etapas. (Elisabeth Kübler-Ross, David Kessler)
http://www.renacerbuenosaires.org.ar/etapas.htm
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